Image

“Practice Remembrance”

Sunday Nov.1 - “All Saints Sunday”
By Bill Cotton revcottonhill@hotmail.com
Wisdom 3:1-9
 

3:1  The souls of the righteous are in the hand of God, and no torment will ever touch them.
3:2  In the eyes of the foolish they seemed to have died, and their departure was thought to be  
       an affliction,
3:3  And their going from us to be their destruction; but they are at peace.
3:4  For though in the sight of people they were punished, their hope is full of immortality.
3:5  Having been disciplined a little, they will receive great good, because God tested them and
       found them worthy of God’s self;
3:6  like gold in the furnace God tried them, and like a sacrificial burnt offering God accepted
       them.
3:7  In the time of their visitation they will shine forth, and will run like sparks through the stubble.

 

November 1 offers the opportunity to preach an “All Saints” sermon. Once I avoided those sermons. The Saints always seem like a special class of people, those who suffer for the truth. I simply didn’t think I could measure up to their standards in my witness.

But the saints also keep our traditions alive.

Historian Jaroslav Pelikan has a wonderful definition of tradition: “Tradition is the living faith of the dead.  Traditionalism is the dead faith of the living.”*

Pelikan believed that tradition is how the saints speak to us—something of a democracy of the dead. And we need to listen. Traditionalism is the dead faith of the living. (Keep on blindly doing the same old stuff over and over again, long after the reason for doing it is lost. In common church language, “That’s just the way we always did/do it.”)

When I think of the Saints, my first Sunday school teacher comes to mind. I remember her, a small woman named Grace Vail. Our class, all five of us, would gather each Sunday and sit on the pew against the wall under the stained glass picture of Jesus knocking at the door.  Ms. Vail, or “Amazing Grace” as we named her when she wasn’t looking, taught us that “Jesus wants us for sunbeams to shine for him each day.” Years later when I studied Paul Tillich’s theology, I learned that we humans are energy systems—light—so when Jesus taught that we should let our light so shine and not hide it under a bushel, he was affirming Ms. Grace. In my crazy thoughts, I go to that place that we are promised, and I wonder if Grace Vail and Tillich have gotten together to talk things over. One thing for sure, Ms. Grace was less obtuse! 

All Saints in our tradition is often played down or ignored, or we may light a candle and read some names. And those are good things to do because we live in a culture that is narcissistic. I remember watching the Academy Awards and hearing award recipients forget to honor the real-life saints they portrayed. How could they forget? The narcissistic culture is everywhere these days, even in us. How else does one explain the popularity of a Donald Trump? He simply sings the song, “I did it my way,” and we love it.

Perhaps a good thing to do for All Saints is to have the congregation at the time for prayer to name the Grace Vails who graced their lives. I might even let old Tillich in.

It is a very good thing to give thanks for the great cloud of witnesses who peopled our lives and for some who “have not yet fallen asleep,” as Paul would put it. It is a good thing to recognize the living saints, especially those who hide from praise—name them anyhow. 

My Dad was always doing nice things for folks. Usually he gave money “to people who needed it worse than he did.”  If you thanked him, my dad would reply, “you are much obliged.” He not only was acknowledging their thanks, he was also obligating them to “go and do likewise.” The Saints are tricky folk sometimes!
 
*The Pelikan quote is found in his book The Vindication of Tradition.


 

“Practiquen la conmemoración”

Domingo 1 de noviembre – “Domingo de todos los santos”
Por Bill Cotton revcottonhill@hotmail.com 

Sabiduría 3:1-9 

3:1  Las almas de los buenos están en las manos de Dios, y el tormento no las alcanzará.

3:2   Los insensatos creen que los buenos están muertos; consideran su muerte como una
       desgracia,

3:  y como una calamidad el haberse alejado de nosotros.  Pero los buenos están en paz:

3:4  aunque a los ojos de los hombres parecían castigados, abrigaban la esperanza de no tener
       que morir.

3:5  Después de sufrir pequeños castigos, recibirán grandes beneficios, porque Dios los puso a
       prueba y los halló dignos de él.

3:6  Los probó como al oro en el crisol, y los aceptó como un sacrificio ofrecido en el altar.

3:7  El día en que el Señor venga a juzgarlos, resplandecerán como antorchas, como chispas
       que prenden entre el rastrojo.

 

El 1 de noviembre ofrece la oportunidad de predicar un sermón sobre “Todos los Santos.”  Una vez evité esos sermones.  Los santos siempre parecen como una clase especial de personas, los que sufren por la verdad.  Simplemente no creía que yo podría ser de la altura de sus calidades en mi testigo.

Pero los santos mantienen vivas nuestras tradiciones.

El historiador Jarslav Pelikan tiene una definición maravillosa de la tradición: “La tradición es la fe viva de los muertos.  El tradicionalismo es la fe muerta de los vivos.”*

Pelikan creía que la tradición es cómo los santos nos hablan – algo de una democracia de los muertos.  Y necesitamos escuchar.  El tradicionalismo es la fe muerta de los vivos.  (Seguir ciegamente haciendo las mismas cosas una vez y otra y otra, mucho después de la razón por hacerlo se ha perdido.  En el lenguaje común de la iglesia, “Simplemente es la manera en que siempre lo hacemos/hemos hecho.”)

Cuando pienso en los santos, mi primera maestra de la escuela dominical viene a la mente.  La recuerdo, una mujer pequeña nombrada Grace Vail.  Nuestra clase, cinco de nosotros, nos reuníamos cada domingo y nos sentábamos en banco contra la pared bajo la vidriera de colores de Jesús llamando a la puerta.  La Srta. Vail, o “Gracia Sublime” como la nombramos cuando ella no prestaba atención, nos enseñaba que “Jesús quiere que seamos rayos de sol para que podamos brillar por él cada día.”  Años después cuando estudié la teología de Paul Tillilch, aprendí que los humanos somos sistemas de energía – luz – así que cuando Jesús enseñó que debemos permitir que nuestra luz brille y no debemos esconderla bajo una cesta, afirmó a la Srta. Grace.  En mis pensamientos locos, voy a ese lugar que es prometido para nosotros, y me pregunto si Grace Vail y Tillich se han reunido para hablar de estas cosas.  Una cosa es segura, ¡la Srta. Grace era menos torpe!

Todos los santos en nuestra tradición frecuentemente no recibe tanta atención, o aún es ignorado, o tal vez encendemos una vela y leemos algunos nombres.  Y éstas son buenas cosas para hacer porque vivimos en una cultura que es narcisista.  Recuerdo mirando los Premios de la Academia y oyendo a los recipientes olvidando de honrar a los santos verdaderos que habían representado.  ¿Cómo podían olvidar?  La cultura narcisista se encuentra en todas partes, aún dentro de nosotros.  ¿En qué otra manera se puede explicar la popularidad de uno como Donald Trump?  Simplemente canta la canción “Lo hice en mi propia manera” y nos encanta.

Quizás una buena cosa de hacer para Todos los Santos es pedir que la congregación nombre las Grace Vail quienes han honrado sus vidas durante el tiempo de oración.  Es posible que yo permita que el viejo Tillich entre.

Es una cosa muy buena dar gracias por esa gran nube de testigos quienes han existido en nuestras vidas y por algunos quienes “ya no se han dormido” como Pablo lo diría.  Es buena cosa reconocer que los santos vivos, especialmente los que se esconden de elogio – pues que los nombre de todos modos.

Mi papá siempre hacía buenas cosas para personas.  De ordinario les daba dinero “a los que lo necesitaba más que él.”  Si Ud. le dio las gracias, mi papá le respondería, “Ud. es muy obligado.”  No solamente reconocía sus gracias, también los obligaba a “ir y hacer lo mismo.”  Los santos son personas complicadas algunas veces.  

*La citación de Pelikan se encuentra en su libro La vindicación de la Tradición (The Vindication of Tradition)